Niña, el tiempo nos hizo pasear por nuestras vidas,
tantas veces, tantos días,
pasamos por el lado de la otra, con rostros en blanco,
con corazones todavía llenos de esperanza, y quizás algo de inocencia,
pero sin aun reconocernos,
tantas veces que hasta podría parecer un capricho.
Tantas coincidencias, tantas similitudes,
un par de vidas tan parecidas,
heridas gemelas,
lágrimas en igual cantidad,
suspiros interminables por doquier,
es como verse en un espejo, sin llevar la misma sangre,
recorrimos los mismos caminos en tiempos distintos,
y por azares de la vida finalmente te encontré.
No te conocí, te encontré,
y en el momento justo, antes de finalmente desfallecer,
para sanar heridas, para limpiar corazones,
para desahogar tristezas acumuladas en un sentir tan vacío que ya no se sentía,
para poder finalmente respirar y liberar todo ese dolor
que gritaba de desesperación por ser descubierto.
Cuantas veces me llamaste y no te escuche,
cuantas veces sollozaste y no lo percibí,
cuantas veces clamaste por ayuda, y aun no estaba,
es por eso que hoy recompensare esta ausencia indefinida,
con iluminar un poco tu esperanza,
con tu descubrir a una felicidad que antes creías ficticia,
con tu anhelado tranquilo respirar,
y tu aun alejado pacífico vivir,
una sobreviviente en llamas,
espérame Niña que ya veras,
esas heridas ya cicatrizarán.
